jueves, 21 de enero de 2010

Aparentemente, el fin justifica los medios


Para tratar de entender qué une al PAN y al PRD para contender contra el PRI en Oaxaca, Hidalgo y Durango, me di a la tarea de leer los estatutos, doctrina y principios de ambos partidos en sus páginas de Internet. Fue un martirio. La única coincidencia que tienen ambos partidos es la incongruencia que hay entre los principios de sus organizaciones y cómo actúan en el día a día.


De acuerdo a la profesora de ciencias políticas Sheri Berman, esta desconexión entre lo que dicen los estatutos, principios y valores de los partidos y cómo actúan cotidianamente, puede explicarse por un fenómeno que confronta permanentemente a todas las organizaciones políticas del mundo. Primero están los planteamientos de los intelectuales y filósofos que definen los cimientos de un partido político, y que desearían que éstos funcionaran de acuerdo a sus ideas. Luego están los estudiosos de las ciencias sociales y los practicantes de la política que en el ejercicio del poder descubren que las ideas originales de los fundadores de los partidos cambian y se adaptan de acuerdo a factores externos, típicamente materiales o cuantificables. Al final lo que podemos observar es que los partidos políticos –de todo el mundo- dicen una cosa y hacen otra.


El PRD ha mostrado en los últimos 4 años ser el campeón de la incongruencia. De ser la segunda fuerza política del país, ahora son solo una costosa caricatura para el erario y una deshonra para el movimiento de la izquierda mexicana.


Pero el PAN, que históricamente ha sido prudente, está cometiendo una torpeza colosal. Se acaban de dar cuenta que para gobernar plenamente el país, aparte de la presidencia y diputados, hay que tener hartos gobernadores, pues como se ha visto en las recientes elecciones, los gobers han puesto e impuesto a sus peones en el Congreso Federal así como en las legislaturas locales y ya tienen influencia –y mucha- en el dibujo de la política nacional y sobretodo del presupuesto.


Los gobernadores en México ahora son unos marqueses en todo su derecho y gozan en sus respectivos estados de un poder y margen de maniobra que ya quisiera el Presidente de la República para el país. Pasaron de ser monitos del Presidente a ser verdaderos caciques y terratenientes democráticamente electos. El poder de los gobernadores en sus estados les permite influenciar al electorado de manera tal que pueden inclinar la balanza a favor de su candidato, que no necesariamente tiene que ser de su mismo partido, San Luis Potosí es ejemplo de ello.


Entonces el PAN está obligado a ganar gobernaturas, pero el fin no justifica los medios. Los costos de esta alianza para el PAN, a mi juicio, sobrepasan los beneficios. Aunque las coaliciones son solamente en esos tres estados, el impacto mediático de sus derrotas (aquí mismo las estoy prediciendo) será nacional, y en política lo que importa, como dice Frank Luntz, no es lo que dices, sino lo que la gente escucha.


Las alianzas que se dan en los negocios entre competidores, simple y sencillamente no aplican en la política. Cuando hay una clara ideología, sólidos valores e inquebrantables principios de por medio, es imposible fusionar o aliar a dos grupos diametralmente opuestos. Aunque en el papel se pudiera ver bien, en la práctica sería dificilísimo aliar a las Chivas y al América, a los Judíos con los Musulmanes, y al PAN con el PRD, a menos que surgiera una situación extraordinaria de la que dependiera su supervivencia o que padecieran de una terrible debilidad de principios, valores e ideas.


En el PAN estarán pensando que para el 2012 ya se nos habrá olvidado esta afrenta. Les digo, los políticos piensan que somos idiotas desmemoriados. Castillo Peraza, te extrañamos.


pesquera@gmail.com

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