jueves, 19 de noviembre de 2009

La otra definición de “Acuerdo Nacional”

Para el PAN, quedaron atrás aquellos días del 2006 en los que Manuel Espino –como Julio César- decía que los panistas tenían que ser magnánimos en la victoria. También por aquellos días, el PRI humillado y desahuciado no tenía ni voz, ni voto ni relevancia en la agenda Nacional. Pero hoy, más por errores ajenos que por méritos propios, ya están en la cima otra vez. Tres años después, el PRI de ahora ensoberbecido como el PAN de aquellos días, nos recordó a todos una frase de Tucídides que dice que el poderoso hace lo que quiere y el débil sufre lo que le toca.

Curiosamente y en contraste al 2006, hoy el PRD y la izquierda en México están fuera de la ecuación del poder y lo único que nos pueden dar, y vaya que lo han hecho bien, es entretenimiento. Hay un irremediable deseo interno de autodestrucción y de humillación propia en la izquierda Mexicana que, irónicamente, hoy es más necesaria que nunca para balancear el desquiciado ambiente político en México.

Pero como todos sabemos, la política es cíclica: hoy estás arriba, mañana abajo. Recordemos cuando en 2004 el entonces Secretario de Energía, Felipe Calderón, anunció su deseo de contender por la candidatura de su partido a la Presidencia. Lo único que se ganó fue un jalón de orejas público de Chente, que fue tomado como una afrenta política y Felipe, por orgullo o por dignidad –ahora que lo conocemos más resulta difícil saber- renunció a su puesto y se fue por la libre a buscar la candidatura. Estuvo abajo, hoy está arriba.

En esos mismos días Santiago Creel, quien era Secretario de Gobernación –y orquestador del regaño a Calderón- contaba con muchísimo más poder que el modesto Secretario de Energía y ya se veía a sí mismo sentado en la silla presidencial. Hoy, otros pocos años después, a Creel le pasó algo parecido a la canción de Cornelio Reyna, que se cayó de la nube que andaba, con la diferencia que a Santiago no ha venido a rescatarlo ninguna linda y hermosa criatura, políticamente hablando, claro está. Y ejemplos de cómo el péndulo del poder va y viene sobran: Josefina Vázquez Mota, Porfirio Muñoz Ledo, López Obrador y muchos más.

Así pues, en los próximos meses –ni modo, cada día falta menos- comenzaremos a ver los acomodos de los presidenciables y cómo algunos que están arriba caerán y otros que no pintan, emergerán de las sombras. Todos vendrán a decirnos que urge un nuevo “Acuerdo Nacional” que saque a nuestro pobre país del bache en el que se encuentra.

Sin embargo, y a pesar de los altibajos de la política, sólo una cosa permanecerá constante en este nuevo proceso que arrancará en breve. Veremos cómo los partidos, que tienen muchas disputas entre ellos, seguirán fortaleciendo una coincidencia que los une eternamente y que es inmune a los ciclos de poder: ganando o perdiendo elecciones, seguirán recibiendo muchos millones de pesos. Hace unos 500 años, se le preguntó al Rey Francisco I de Francia cuál era el desacuerdo que lo tenía constantemente en guerra con Carlos V de España. El Rey contestó “ninguno, estamos totalmente de acuerdo: ambos queremos el control total de Italia”.

Hoy me queda claro que estando arriba o abajo, el gran –y único- “Acuerdo Nacional” que hay entre las diferentes fuerzas políticas del país es –según el IFE- un cheque por 2,500 millones de pesos de nuestros impuestos para financiar a los partidos políticos.

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