jueves, 29 de julio de 2010

Detrás de una gran mujer… viene otra.

En su edición de Julio de este año, la revista The Atlantic publicó un artículo titulado “The End of Men” (El Fin del Hombre) que ha causado revuelo.


El artículo comienza por contar cómo el biólogo Ronald Ericsson encontró en los años setenta la manera de separar el esperma que lleva cromosoma Y, que produce niños, del X que produce niñas. Los grupos feministas comenzaron a protestar por esta nueva técnica que finalmente permitía escoger el sexo de los bebés, en una sociedad que en esos días era típicamente masculina y en donde prevalecía la preferencia universal de tener niños sobre niñas. Según Roberta Steinbacher, la más aguerrida psicóloga social que estaba en contra de este método, con este procedimiento se condenaba a las mujeres a ser ciudadanas de segunda clase en un mundo que previsiblemente optaría por varones en la elección del sexo. Pero Steinbacher se equivocó. Cuando se comenzaron a practicar procedimientos de elección de sexo, resultó que más parejas pedían niñas, aún cuando el método se anunciaba como más efectivo para los niños.


Resulta que las madres que solicitaban niñas en aquellas épocas, fueron de las primeras en insertarse en el mundo laboral de manera masiva y exitosa, y al ver sus vidas y logros –que sus madres y abuelas nunca soñaron- se ilusionaron con la idea de tener niñas.


Desde los griegos y todavía hasta hace unos años en algunas culturas, había una preferencia por los niños que hoy está desapareciendo e incluso revirtiéndose. En la medida en la que el pensamiento y las habilidades de comunicación han sustituido a la resistencia física como la clave para el éxito económico, las sociedades de nuestros días tienden a aprovechar el talento de toda su población y no sólo de la mitad.


La OCDE realizó un estudio en 162 países en los que, con pocas excepciones, a medida que se otorgaba más poder a las mujeres, más crecía la economía en esos lugares. Y en Estados Unidos, la economía más avanzada del planeta, algo peculiar está sucediendo: los padres estadounidenses están optando por tener más niñas que niños, pues a manera de corazonada sienten que el éxito y desarrollo de sus hijos como adultos favorecerá más a las niñas que a los niños.


Dice el artículo “¿qué tal si la nueva economía post-industrial es más favorable para las mujeres?” En un mundo en el que no se requiere fortaleza física para ser proveedor del hogar, las mujeres están ganando terreno. En la presente recesión en EUA, tres cuartas partes de los 8 millones de empleos perdidos han sido de hombres, en industrias típicamente identificadas con el macho: manufactura, construcción y finanzas de alto nivel. De los 15 empleos que se proyectan con mayor crecimiento en el futuro de aquel país, 13 son predominantemente para mujeres. Incluso en países menos desarrollados las mujeres van ganando terreno y ahora vemos como en las regiones más pobres de la India ellas aprenden inglés con mayor facilidad que los hombres y en China el 40% de los negocios privados están en manos de mujeres.


Según el Departamento del Trabajo de EUA, hoy las mujeres ocupan el 51.4% de los trabajos administrativos profesionales, son el 54% de los contadores y casi la mitad de los empleados bancarios y de aseguradoras de ése país. Una tercera parte de los médicos de Estados Unidos son mujeres, así como el 45% de los socios de firmas de abogados, demostrando nuevamente que la economía de nuestros días premia el “caballaje” intelectual, del que hombres y mujeres gozan en cantidades idénticas.


Y en las universidades las cosas empeoran para los hombres: el 60% de los títulos de maestría, la mitad de los de derecho y medicina, el 42% de los MBA’s y el 60% de los títulos universitarios se los llevan mujeres, lo que genera también conflictos para encontrar pareja, pues muchas de las mujeres de nuestros días, están mucho más preparadas que los hombres, observándose un crecimiento de los hogares en donde la mujer trabaja y el hombre se encarga de la casa y los niños.


En fin, este artículo creo que deja mucho que pensar y tiene datos y anécdotas muy interesantes que no caben en esta columna. Para sembrar su curiosidad les dejo un tip: otro artículo en el misma número del Atlantic de Julio se titula “¿Son Necesarios los Padres?” y no se refieren a los sacerdotes. ¿Cuál creen que sea la respuesta?


pesquera@gmail.com

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