Pues las elecciones del próximo martes en Estados Unidos nos arrojan una certeza a unos pocos días de celebrarse: el partido Demócrata perderá la mayoría en el Congreso. Las diferentes casas encuestadoras especulan sobre el monto de asientos que ganarán los Republicanos este 2 de Noviembre. La incertidumbre ahora se centra en el Senado en donde se renovarán 37 de los 100 asientos de la cámara alta. Los Demócratas ahora ostentan una leve mayoría con 59 asientos, pero las encuestas al día de hoy no muestran una clara tendencia de quién ganará la mayoría en el Senado.
Lo importante de estas elecciones para el Presidente Obama es que aún perdiendo el Congreso y posiblemente el Senado, su posición política podría verse favorecida.
Veamos, hasta ahora su iniciativa de reforma a la seguridad social ha sido su logro de cabildeo y operación política más contundente con el legislativo. Sin embargo, otras reformas en su agenda incluyendo la reforma laboral, migratoria y modificaciones al sistema financiero, se han topado con pared ante la minoría Republicana y algunos miembros de su partido que, como sabemos, no votan en bloque necesariamente.
Al ganar los Republicanos el Congreso y posiblemente el Senado, ahora recae sobre ellos la responsabilidad de liberar y destrabar las decenas de iniciativas que están congeladas en el legislativo. Dicho llanamente: los que tienen que dar resultados ahora son los Republicanos
Este hecho le da una ventaja táctica al Presidente para sus aspiraciones a reelegirse en 2012, pues el mismo argumento que ahora usan los Republicanos contra los Demócratas –que la economía está paralizada y que el país no tiene rumbo- será usado en su contra si no muestran resultados palpables en los siguientes dos años.
Los Republicanos estarían adquiriendo la misma responsabilidad –y oportunidad- que aquí en México tuvo el PRI junto al Verde al ganar la mayoría de los escaños en el Congreso en 2009. Sin embargo, lo que hemos visto aquí es que el PRI no ha tenido la voluntad, la determinación ni la capacidad para ejercer esa mayoría en el Congreso que les permita colgarse la medalla del cambio y de llevarse el mérito de que con ellos las cosas sí suceden.
La diferencia sustancial entre México y Estados Unidos, en éste caso particular, consiste en que en EUA el voto del ciudadano sí le otorga a la sociedad una herramienta para premiar o castigar el desempeño de sus políticos refrendándolos en su cargo o permitiendo la llegada de un nuevo funcionario o legislador a ese puesto. Aquí en México, el voto sólo nos da la facultad de llevar a nuestros políticos a ocupar cargos en los distintos niveles de gobierno y en las cámaras, pero al recibir su investidura, ahí se acaba el contrato de la democracia mexicana con los ciudadanos: los recién ungidos ya no voltearán a ver los votantes, pues no hay reelección de por medio y como hemos visto, con los legisladores por ejemplo, su fin ya no es servir a la sociedad, pues ya no les somos útiles en nada. Su lealtad es para sus partidos, quienes les podrán ofrecer otros puestos en el futuro.
En México urge que ciudadanos comprometidos con el país, puedan –podamos- aspirar a un cargo de elección popular sin ser miembros de uno de los partidos que ahora son dueños del país. Urge también que se legisle sobre la posible reelección de alcaldes y legisladores, con los debidos candados para que no se perpetúen en el puesto. Ése día, con el incentivo de permanecer en el puesto y por ende de servir a la sociedad, nuestros políticos verdaderamente comenzarán a entregar resultados a la ciudadanía. Mientras tanto, veamos con pena qué hace, o mejor dicho, deja de hacer el PRI con la responsabilidad que adquirió en Julio del 2009.
Pesquera@gmail.com
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