Pues lo mejor del mes pasado es que ya se acabó. Después de la resaca de las elecciones en numerosos estados de la República en Julio pasado, que terminaron por polarizar aún más el ambiente político en el país, llegó Agosto entre lluvias torrenciales, masacres, y un desacuerdo político como hacía años no se veía. Revisemos brevemente el pasado Agosto negro.
Primero, la serie de lluvias, inundaciones y deslaves en Veracruz, Tabasco, Michoacán y otros estados vuelve a recordarnos la vulnerabilidad del hombre ante la naturaleza. Esta vulnerabilidad, mezclada con la negligencia de nuestras autoridades, da como resultado el caldo de cultivo perfecto para una serie de eventos trágicos a todas las escalas, desde la personal y familiar, hasta la comunitaria, municipal y estatal. Las imágenes de personas sacando lodo y agua de sus casas a cubetazos y palazos, tratando de rescatar algo de sus bienes, son desgarradoras por decir lo menos. No hemos aprendido que año con año las lluvias, que son una bendición para miles de familias, también causan destrozos para otras tantas, y que la prevención y la inversión en infraestructura útil -pero que no se ve- como redes de drenaje y desagüe, son fundamentales para evitar pérdidas de vidas y cuantiosos daños materiales que temporada tras temporada parecen incrementar en nuestro país.
Segundo, el hallazgo de 72 inmigrantes indocumentados asesinados en Tamaulipas –incluidos en el total de 1,322 muertos en el país durante el mes de Agosto, uno de los más sanguinarios en la breve historia de esta cruzada contra la inseguridad- no sólo debe despertar en nosotros un sentimiento de profunda indignación, sino de reflexión y acción. A todas las voces que se levantan contra el gobierno y la sociedad de Estados Unidos por el maltrato de nuestros paisanos ilegales en su territorio, permítanme decirles algo: nosotros somos peores. Ya quisieran los inmigrantes hondureños, salvadoreños y guatemaltecos que atraviesan México para llegar a Estados Unidos que se les tratara –o maltratara, mejor dicho- como nos maltratan a nosotros en Estados Unidos. Los inmigrantes centroamericanos que atraviesan México para llegar al “otro lado” se enfrentan a mafias de traficantes humanos, secuestradores, asesinos, proxenetas y extorsionadores todos mexicanos y todos actuando con la complicidad de autoridades mexicanas, desde agentes de inmigración, hasta policías de todos los niveles de gobierno que lejos de resguardar nuestro territorio y aplicar la Ley a estos pobres hombres, mujeres y niños, deportándolos a sus países, los entregan como carne de cañón a estas mafias.
Somos incongruentes y no tenemos cara para pedirle a los gringos que traten bien a nuestros paisanos en su tierra, cuando nosotros tratamos a nuestros hermanos centroamericanos, aún más necesitados –por no decir jodidos- que nosotros, peor que prisioneros de guerra. A estos hombres y mujeres lamentablemente no los protege la Convención de Ginebra.
Tercero, el desacuerdo político que vivimos hoy en México, pone de manifiesto nuevamente nuestra dificultad para dejar de mirar atrás y ver hacia el futuro y por la gente. El agravio constante y las cuentas pendientes que se cobrarán a la primera oportunidad, son la divisa de nuestros gobernantes. El PRI está ejerciendo su músculo y en un desafío abierto al Presidente de la República, y a todas las fuerzas políticas del país –excepto a los mercenarios del Verde- ya juega sus fichas para retomar el poder en el 2012.
Si la aritmética electoral, tan heterogénea en las distintas regiones de México, vuelve a funcionar como ha venido ocurriendo desde 1997 hasta el pasado mes de Julio, y las elecciones del 2012 fueran hoy, volveríamos a tener un Congreso dividido y a un presidente del PRI que no podrá hacer nada sin el PAN y el PRD que, agraviados, bloquearán todas las propuestas del Ejecutivo, como lo ha venido haciendo el PRI desde el 2009 hasta que termine esta administración. La Ley del Talión es la única por la que se rigen nuestros gobernantes.
Para comenzar Septiembre, tuvimos ayer nuevamente a nuestro Presidente enviando un tabique de papeles al Congreso con su informe de gobierno sin dar la cara a la Nación. Solo fue hasta esta mañana cuando desde la seguridad y confort de un mensaje televisivo y de miles de spots por radio y televisión el Presidente nos medio informó de lo poco que hizo, pero no de lo mucho que dejó de hacer. ¿Y la rendición de cuentas, apá? Ésa es para países democráticos y maduros, no para nosotros.
¿De verdad siguen con ánimo para festejar este 16 de Septiembre? Creo que en lugar de fiestas deberíamos hacer un retiro de reflexión e introspección para saber a dónde queremos llevar a este país y a sus 105 millones de almas en el futuro.
pesquera@gmail.com
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