En México tenemos una Ley Laboral arcaica. Hace algunos años trabajé para el Gobierno Federal en la representación de México para el Reino Unido, tratando de facilitar el comercio y la inversión entre los dos países.
Cuando llegaba el momento de hablar sobre temas laborales con los inversionistas potenciales, comenzaban a mover la cabeza y a fruncir el ceño.
A ver decían- entonces, ¿hay que pagar un bono obligatorio a fin de año sin importar el desempeño y la productividad? Respuesta: Si, se llama aguinaldo.
Ahhh, decían. Otro punto, ¿cuál es la facilidad para despedir a alguien? Ah, pues se necesitan complicados cálculos en base a los años previos trabajados, la parte proporcional del sueldo del año en curso, vacaciones no tomadas, parte proporcional del aguinaldo y un montón de consideraciones que hacen necesario tener a un contador y a un abogado a mano. Más ceños fruncidos.
Lo que no les contaba, porque en ese momento no lo sabía, pues lo aprendí trabajando en México para una constructora, es lo siguiente: cualquier día te puede llegar una demanda laboral de Juan Pérez pidiendo que le pagues vacaciones atrasadas, aguinaldo y todo el paquete, esto es, una liquidación en forma. El asunto es que Juan Pérez podría no haber trabajado nunca para tu empresa.
Los vividores del sistema laboral mexicano saben que una vez que demandan a una empresa, ésta es la responsable de descargar pruebas de que esa persona nunca laboró para ese negocio.
Él supuesto trabajador no tiene que llevar nada, pues la autoridad y el sistema dan por buena su denuncia, es decir, de entrada el trabajador tiene la razón. Si no se puede comprobar que Juan Pérez no trabajó para la empresa, hay que pagarle lo que reclama, más los gastos de su abogado y los del propio, siendo los de éste último un gasto fijo se gane o se pierda la demanda.
En la industria de la construcción es normal responder de manera cotidiana a demandas de personas que nunca laboraron para las empresas del ramo, y el menor descuido en recibir la notificación de la Junta de Conciliación y Arbitraje o un descuido de nuestro abogado, puede costar mucho dinero a estas empresas.
Como parte de la herencia de la Revolución nace el movimiento sindicalista mexicano que, con justa razón, demandaba condiciones laborales más favorables para los trabajadores que no tenían derechos y que laboraban en condiciones prácticamente de esclavitud en algunos sectores.
Las huelgas de ferrocarrileros y de médicos de los años 50’s y 60’s, que acabaron con la respectiva represión por parte del Estado Mexicano a manos del PRI, fueron, si la memoria no me falla, los últimos brotes de violencia sindical a gran escala en el país.
A partir de los años sesenta, todos los gobiernos en turno –del PRI y del PAN- han pactado con los sindicatos y hoy en día puedo afirmar categóricamente que junto a Televisa, los tres partidos políticos grandes, el crimen organizado y los grupos oligopólicos del país, los sindicatos mandan en el suelo Mexicano.
Lo que estamos viendo en Mexicana de Aviación es a una empresa que gracias a una constante presión sindical, aunada a una gestión dolosa, acumuló una serie de beneficios laborales excesivos para sus trabajadores (Un piloto de Mexicana gana 240 mil pesos al mes.
Esto es más que los pilotos de las líneas aéreas gringas y bastante más que los 100 mil o menos de los pilotos de las nuevas aerolíneas de bajo costo) a través de los años, que han hecho inviable operarla. Lo triste de la historia es que Aeroméxico va que vuela para allá, lo mismo que la Volkswagen y otras empresas del ramo automotriz y manufacturero, cuyos contratos colectivos serán impagables en muy pocos años.
A lo que quiero llegar con esto es que, sin negar el derecho de todo trabajador a percibir un sueldo y prestaciones que correspondan al nivel de responsabilidad que sus habilidades y preparación le permitan, en México estamos cercanos a expulsar industrias completas que ahora mismo buscan mercados laborales más flexibles y competitivos. El tener frontera con Estados Unidos, lamentablemente no garantiza que la inversión siga llegando a México y lo que veremos, si no hay una reforma laboral urgente, es que lejos de generar más empleos, estaremos viendo a más empresas irse de México con despidos masivos.
pesquera@gmail.com
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