El pasado miércoles 21 de Octubre tuve la oportunidad de ir a un concierto que me llenó de alegría. Fue la Gala Anual de la Filarmónica de las Américas, en la sala de conciertos Frederick P. Rose del complejo artístico del Lincoln Center en Nueva York. El programa fue ligero e incluyó piezas de Piazzolla, Bernstein y Stravisnky, entre otros. Lo interesante fue que la Filarmónica de las Américas fue dirigida por su fundadora y directora artística, la mexicana Alondra de la Parra. No sólo sorprende el hecho de que ha sid0 la única mexicana en dirigir una orquesta en Nueva York, sino que actualmente tiene sólo 28 años.
Aparte de dirigir a “su orquesta” la joven señora de la Parra ha dirigido a las sinfónicas de Houston, Phoenix, Columbus, San Antonio, Dallas, Los Ángeles (de cámara), Buenos Aires, Montevideo, Singapur , así como las del Estado de México, Xalapa, Aguascalientes y a la Sinfónica Nacional de México. Para cerrar su curriculum, también ha dirigido a Plácido Domingo en la Ópera de Washington.
Después del concierto tuve la oportunidad de hablar brevemente con Alondra y me dejó una gran impresión. Es una mujer de una sencillez extraordinaria y de un liderazgo indiscutible. No hay director musical que no sea apasionado y esa pasión es la que la ha llevado a alcanzar lo que ningún otro músico mexicano ha logrado, ya no digamos a su edad, sino en una vida entera.
Sin embargo, su éxito no ha sido necesariamente un paseo por el parque. Se le critica que Emilio Azcárraga Jean sea su mecenas. Escuché un comentario –claro, de otro mexicano- que decía que con el dinero de Azcárraga, cualquiera montaba una filarmónica. Como soy proclive a la discusión, y disfruto convertirme en abogado de causas ajenas, le respondí al joven de rápidas y triviales conclusiones que no sólo era una falta de reconocimiento al talento de la señora de la Parra, sino una flagrante (palabra de abogado) acusación de idiotez en contra de Azcárraga, a quien no tengo el gusto de conocer y con quien no necesariamente simpatizo todo el tiempo, pero que con lo que he leído y escuchado, es todo menos retrasado para tirar algunos millones de dólares en una causa que no valga la pena. Pura envidia, sin duda.
Yo me quedo con la buena imagen del concierto y del orgullo que sentí cuando vi a esta joven conductora dirigir a su orquesta. Fue como ver a Lorena Ochoa, o a nuestros futbolistas en Europa: gente que está en la cima de lo que su profesión les permite, o muy cerca de ella.
Sin embargo, nuestros máximos representantes nacionales en la cultura y en los deportes, pertenecen a un segmento profesional que en México no tiene apoyo. Y ya todos estarán pensando que sí, que aquí no se apoya a los deportistas y a los artistas. Lo triste es que muchos de estos jóvenes con todo el potencial, ven truncadas sus vocaciones no en una oficina de la Conade o del INBA, sino en sus propias casas. La falta de recursos es la causa más recurrente, pero en hogares de clase media y alta existe una ceguera sistemática en contra de estas actividades y es ahí en donde se quedan la mayoría de las de la Parra, Ochoa, Márquez y otros que en el mejor de los casos, tendrán la oportunidad de ir a la universidad. Creo que no hay nada más frustrante en la existencia de una persona que vivir con la idea de que se pudo ser algo más, y peor aún, que podría haber sido el mejor en eso que no se le permitió hacer. Papás: si sus niños y jóvenes tienen un destello de estos talentos, apóyenlos y permítanles explorar su potencial. Si tienen lo que se necesita para llegar a la cima, créanme que en esos segmentos sí llega la fortuna pronto. Si a fuerza hay que dejar el deporte y el arte para ir a la universidad, por lo menos oblíguenlos a ser ingenieros, que es lo que el país necesita. Esto lo dice su servidor, un pobre contador público. Hasta la próxima semana.
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