No sé si tenga algún sustento científico o si solo sea un mito urbano el calificar la actitud de las personas de acuerdo a la respuesta que dan cuando se les presenta un vaso lleno de agua a la mitad: si lo ven medio lleno, son optimistas, si lo ven medio vacío, pesimistas. En lo personal, considero un vaso de agua a la mitad, más bien vacío lo que me ubica en esta trivial prueba de personalidad como un pesimista.
No es de sorprender pues, que mi sentir respecto al desempeño de la Selección Nacional en el Mundial de Fútbol sea de pesimismo. Es cierto que hemos acortado las diferencias que había entre nuestro fútbol y el de las potencias. En nuestros día sería muy raro ver que nos metan un 6 ó 7 cero, como hace no muchos años. Pero esa distancia se ha acortado globalmente y creo que con algunas excepciones, no hay equipo pequeño en el Mundial.
Entonces, el avance de nuestro equipo ha ido a la par de otros equipos del mundo y así como le pudimos ganar a Italia en un amistoso, hemos visto como Suiza vence a España y como Serbia venció a Alemania. Las distancias en el fútbol, podríamos decir simplonamente, se han acortado.
Para el equipo mexicano, estas distancias de carácter técnico se han acortado gracias al número de jugadores que tenemos en el extranjero, que les ha permitido mejorar no sólo en lo futbolístico, sino en lo psicológico. En nuestro equipo hay jugadores que han sido compañeros o adversarios de los mejores jugadores del mundo, y esto cambia radicalmente el momento emocional cuando se encuentran en la cancha, pues ahora nuestros jugadores salen a jugar con las súper estrellas de Europa como iguales y no salen a pedirle su autógrafo a Messi.
Entonces la pregunta de siempre: ¿por qué tradicionalmente somos un equipo perdedor?
Octavio Paz dice en El Laberinto de la Soledad que “el carácter de los mexicanos es un producto de las circunstancias sociales imperantes en nuestro país; la historia de México, que es la historia de esas circunstancias, contiene la respuesta a todas las preguntas”. Profundo y desgarrador.
Somos un país que históricamente ha sido sometido y dominado y aunque la sociedad de nuestros días se ha achatado un poco –igual que el futbol internacional- desde que Octavio Paz escribió estas líneas, seguimos siendo un país de enormes contrastes, de gran encono y de profundos resentimientos que no nos permiten avanzar en lo social, en lo político y mucho menos en lo deportivo.
Aunque nuestros jugadores estén superando momentáneamente sus inseguridades y complejos jugando en clubes de Europa, para la gran mayoría de ellos, cuando llega el momento en el que tienen que mostrar entereza y sacar la casta, se les activa el gen que les recuerda que somos “Hijos de la Malinche”.
Como esta probado que nuestros jugadores tienen las mismas aptitudes físicas y técnicas que la mayoría de las estrellas del fútbol internacional, lo único que me podría explicar por qué somos un equipo –y un país- perdedor es por los grandes complejos y resentimientos que tenemos. Espero que a la Selección le vaya bien, pues eso en gran medida demostrará que hemos perdido el miedo a triunfar.
Por lo pronto los invito a que vean el vaso de agua no de manera optimista, ni pesimista, sino como optometristas: un vaso de agua lleno a la mitad es simplemente eso, un vaso de agua a la mitad.
pesquera@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario