jueves, 25 de marzo de 2010

Muy Poco, Muy Tarde

La reciente visita de un grupo de funcionarios de altísimo nivel del Gobierno de Estados Unidos a México es sin duda una muestra clara de que la guerra contra el crimen organizado en México se ha convertido en prioridad para nuestros vecinos del Norte. La comitiva integrada estrictamente por pesos pesados y encabezada por la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, incluyó al Secretario de la Defensa, Robert Gates, a la Secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, al Presidente Consejero de los “Joint Chiefs of Staff”, Mike Mullen y al Director de Inteligencia Nacional, Dennis Blair. Como en el cubilete, quintilla de ases.


Todos los periódicos influyentes de Estados Unidos comentaron sobre la visita de sus funcionarios a México. El resumen de las notas es el siguiente: se cambia el enfoque del apoyo de Estados Unidos a México. Los fondos de la Iniciativa Mérida para el siguiente año ya no contemplan la compra de equipo militar, sino apoyo a programas sociales y a fortalecer a las instituciones que imparten justicia en México. Decía el Wall Street Journal “armas y mantequilla”.


Tiene sentido un replanteamiento del enfoque de la estrategia, pues aunque se han invertido miles de millones de dólares en equipo y tecnología, no se ve que estemos ganando la guerra. Yo personalmente aplaudo la decisión –tardía- de dirigir recursos que mejoren la calidad de vida de las personas y que con esto, sus opciones para el futuro sean mejores que las que les otorga el crimen.


Desde luego que hay un grupo de gente con maldad y con ambición irracional en toda organización criminal en México. Pero a diferencia de los criminales de otros países avanzados, que actúan la mayoría de las veces motivados por malicia o por trastornos de algún otro tipo, yo me atrevo a decir que un porcentaje elevadísimo de los jóvenes que se involucran con un cártel en México lo hacen por la falta de oportunidades que el país les ofrece. Estos es, por ser pobres, muy pobres o lo que le sigue.


Todas las fotos y videos que he visto de los delincuentes que captura la Policía Federal o el Ejército –excepto por un par de los parientes de los jefes o de los jefes mismos- muestran a gente muy pobre. Y parece que la decisión para unirse a un cártel o pandilla de secuestro –aunque desesperada- es racional: si la última opción para llevar tortillas a su casa es tomar una pistola –en el menos malo de los casos- muchos jóvenes dicen ¿en dónde firmo?


Y ya adentro el asunto no es comprar tortillas, sino una troca y más cosas que su pobreza anterior no les permitía. Y ahí ya los perdimos para siempre, pues si son capturados y encarcelados (no reformados) no hay trabajo honesto en el país que les pueda proveer con su poca o nula educación un ingreso como el que el crimen les ofrecía. Un problema para la sociedad Mexicana y una ventaja para el crimen organizado, es que hay una oferta prácticamente ilimitada de mano de obra con esas características.


Aunque comencemos ahora con estos programas que seguramente mejoraran las expectativas de vida de muchas personas y evitarán que se involucren en el crimen en el futuro, hoy tenemos una generación perdida, una generación de jóvenes que están el los límites de la supervivencia y que no pueden esperar dos, tres o cinco años a ver los beneficios de la Iniciativa Mérida. También tenemos una generación de servidores públicos pérdida: no hay una sola policía municipal en el país que no haya sido infiltrada en mayor o menor medida por el crimen, y reemplazar a estos cuerpos policiacos, militares y políticos corrompidos, tomará otra generación por lo menos. Aplaudo la valentía del Gobierno Mexicano y el apoyo del de Estados Unidos pero tristemente fue, para no variar, muy poco y muy tarde.


pesquera@gmail.com

jueves, 18 de marzo de 2010

Justicia, el Verdadero Reclamo

Tras las sangrientas jornadas de la semana pasada, en las que perdieron la vida tres personas relacionadas al Consulado de Estados Unidos en Juárez, y varias decenas de personas más en Tamaulipas, D.F., Nuevo León, Durango, y Guerrero, el Gobierno Mexicano vuelve a estar a la ofensiva, tanto en lo militar como en lo mediático.

Los militares por lo pronto no van a ninguna parte, decisión que comparto con el Gobierno, pues aunque sin duda causan molestias y problemas a las personas que viven en esas entidades, es mejor tenerlos ahí que dejar un hueco que sería ocupado por los cárteles. Eso ocurrió en Colombia en la década de los ochenta y noventa, en donde la seguridad a los civiles en las ciudades de Medellín y Calí, era provista principalmente por cárteles de la droga, quienes eran policías y jueces en las calles e impartían justicia de manera expedita con la pistola en la mano.

La presencia de los militares y Policía Federal tiene dos objetivos estratégicos. El primero es tratar de proveer de un mínimo de seguridad a las personas que viven en esas ciudades e imponer el orden. Este objetivo ha fallado, pues la presencia de soldados y federales en las zonas de conflicto no ha mostrado un descenso en la violencia en esas ciudades y mucho menos una mejoría en la percepción de seguridad que hay entre los ciudadanos.

Pero el segundo objetivo no ha fracasado del todo aún. En la lógica de todo conflicto de baja intensidad o guerra limitada, como el que vivimos en México, uno de los principios fundamentales del Estado es salvaguardar el control territorial de la zona afectada, y aunque ha habido poco o nulo éxito en proveer tranquilidad y paz en esas zonas, es indiscutible que la presencia de los militares reivindica el derecho y la obligación del Estado de controlar el territorio de la Nación. En pocas palabras, el Ejército no se puede ir porque significaría ceder el territorio que dejan a grupos mejor armados que las policías municipales y, en ocasiones, que ellos mismos.

Algunos políticos dicen que los soldados deben regresar a los cuarteles para que las cosas vuelvan a la normalidad, y en mi opinión no lo dicen no de mala fe, sino por ignorancia. A todos nos gustaría vivir en un lugar más tranquilo. Pero si nos vamos a rendir y preferimos la tranquilidad (no la paz) a la soberanía, yo diría que mejor entregáramos ésta última a los gringos o europeos que al crimen organizado. Panamá hace unos veinte años se fue con los malos y ya sabemos cómo acabó la historia: con los Marines en sus calles.

No podemos simplemente dejar a medias lo que ya comenzamos. A la par de los operativos militares, tenemos que dar prioridad a otras áreas que requieren urgente atención en la estrategia contra el crimen organizado. Pero los esfuerzos por generar desarrollo económico y social en las zonas más conflictivas del país, como lo anunció ayer el Presidente, con la construcción de escuelas y centros deportivos en Juárez, son un gasto inútil si no se trabaja a marchas forzadas en la construcción de un sistema de impartición de justicia más eficiente y eficaz.

¿De qué nos sirve tener parques y centros deportivos si nuestros hijos están expuestos a los horrores de la guerra y los criminales pueden violar la Ley sabiendo que no se les atrapará y si se les atrapa, saldrán en 20 minutos?

El desarrollo económico y social es frenado por un sistema que premia a la delincuencia, en todas sus esferas, en México. No me canso de decirlo: mientras no reformemos nuestro sistema judicial completito, con un sistema de juicios orales, ni todos los soldados, ni todas las escuelas, ni parques, ni canchas de futbol ayudarán a que vivamos en un lugar más pacifico.

Recomendación: vean la película “Presunto Culpable” de Roberto Hernández y Geoffrey Smith.


pesquera@gmail.com

domingo, 14 de marzo de 2010

Acabemos con el Idioma: El Legado del Narcocorrido


El pasado domingo el New York Times publicó un artículo que trataba sobre la popularidad de los “narcocorridos” en Méxco y en Estados Unidos y sobre los esfuerzos del gobierno Mexicano por censurarlos. El artículo, detalla cómo el negocio crece boyante en Estados Unidos, en donde no hay censura por parte de las autoridades y medios.


Creo que el término “narcocorrido”, tiene el dudoso privilegio de ser el primero en usar el nefasto prefijo para explicar que la canción que nos proponemos escuchar o describir habla sobre la vida o hazañas de algún traficante de drogas. Pero al leer los periódicos de México y escuchar las noticias en radio o por la televisión, me encuentro con un montón de términos que los medios se han sacado de la manga para simplificar, etiquetar o bien para escandalizar sobre alguna persona, evento u objeto relacionado al tráfico de drogas: narcomantas, narcofiesta, narcojunior, narcomensaje, narcosecuestro, narcoabogado, narcoenfin.


Tengo que confesar que auque no estudié literatura ni soy un profesional de las letras, disfruto de leer documentos y libros bien escritos, así como de participar en una buena plática o escuchar una presentación con gente que habla bien el español.


Ahora me pregunto, ¿es necesario etiquetar toda noticia relacionada al narcotráfico con el prefijo “narco”? ¿No podrían los periódicos simplemente reportar “Narcotraficantes colgaron mantas con amenzas en el puente Fulanito”, en lugar de decir que “se encontró una narcomanta en el puente Fulanito”?¿Podrían los conductores y reporteros de Televisa, TV Azteca, Radiofórmua, Imagen, Radiocentro y otras empresas decir “En una fiesta de narcotraficantes, Ramón Ayala estaba cantando”, en lugar de “Ramón Ayala cantaba en una narcofiesta”?


Pues si se trata de destruir el idioma en atención a la brevedad y al amarillismo, yo quiero también proponer un prefijo para hablar de los políticos. Como el término con el que más frecuentemente se les asocia –a la mayoría por lo menos- es corrupción, he aquí una lista de sinónimos del término: deshonestidad, soborno, cohecho, compra ilícita, descomposición, putrefacción, podredumbre, peste, corruptela, depravación, perversión, vicio, prostitución, envilecimiento.


Después de haber recortado las primeras dos sílabas de algunas de estas palabras y de haber probado que fueran fonéticamente atractivas y pegajosas, he decidido que mi prefijo para describir breve y concisamente las actividades en las que están involucrados los políticos será “Putre”. De hecho, acabo de configurar Word para que de ahora en adelante no me la marque como falta de ortografía.


Propongo que los medios masivos que se han empeñado exitosamente en degradar y envilecer nuestro idioma como hasta ahora lo han hecho, acojan mi término y lo popularicen para describir las cosas, eventos y a las personas dedicadas a la política.


Por qué no hablar de la putre-reunión que tuvieron César Nava y Beatriz Paredes, sobre la putre-manifestación convocada por el Peje, sobre los putre-aguinaldos que se dan los diputados, sobre los putre-litigios del Jefe Diego, qué tal el nuevo putre-libro de Carlos Salinas.


El mensaje creo que es claro: o nos proponemos a hablar y a escribir bien y a llamar a las cosas por su nombre (aunque a veces sea más largo), o seguiremos por inacción apoyando a esta vulgar corriente mediática que ha viciado y rebajado a nuestro idioma con términos inventados que son cómodos, llamativos y amarillistas.


pesquera@gmail.com

jueves, 4 de marzo de 2010

Otro ejemplo para sentirnos orgullosos


El pasado lunes 22 de Febrero, en medio de una visita oficial a las Naciones Unidas en Nueva York, el Subsecretario de Desarrollo Social para Prospectiva, Planeación y Evaluación, Dr. Gustavo Merino, visitó la Universidad de Columbia por la noche para hablar con un grupo de estudiantes Mexicanos y de otros países sobre el programa Oportunidades, que es uno de los casos más exitosos de políticas públicas bien estructuradas y aplicadas en México.

El nombre técnico de estos programas es “transferencias condicionales de efectivo” (conditional cash transfers, de acuerdo al término en inglés acuñado por los organismos internacionales). Este tipo de esquemas consiste en entregar una cantidad de efectivo a los beneficiarios del programa después de haber cumplido ciertas condiciones que marcan sus reglas de operación. Existen programas de este tipo en muchos países en desarrollo, como Colombia, Brasil y ahora, hasta la ciudad de Nueva York bajo el mando del alcalde Bloomberg ha empezado su programa de transferencias condicionales llamado “Opportunities New York”, pero sin duda nuestro programa Oportunidades, es líder en la materia.

En México, este esquema nació en el sexenio de Ernesto Zedillo bajo el nombre Progresa. Hoy, con otro título, el programa Oportunidades ayuda a casi seis millones de las familias más pobres de México y entrega una cantidad de efectivo a cambio de que las familias cumplan con ciertas condiciones ligadas a la salud, educación y nutrición de sus hijos.

Los recursos son entregados a las madres de familia exclusivamente, quienes por naturaleza tienen un récord mucho más exitoso en la administración del dinero de la familia que los varones. Esto ha mejorado sensiblemente el rol de la mujer en la familia y les ha dado un posicionamiento muy favorable en su entorno social. La becas también son más generosas para las niñas que para los niños, con el propósito de que las niñas sigan estudiando y las madres de familia tengan el incentivo de recibir un poco más de dinero en lugar de involucrarlas en labores domésticas o peor aún, para mandarlas a trabajar, bajo la lógica de “para qué estudian, si de todos modos se van a casar”.

En fin, este artículo es muy corto para hablar de todas las cualidades y virtudes de este programa que ha cambiado –literalmente- la vida de millones de Mexicanos.

Lo interesante de la exposición del Dr. Merino fue cómo estudiantes Colombianos, Brasileños, Americanos y de otros países iban ávidos de aprender más sobre el programa Oportunidades. En mi reciente experiencia, esto no se ve muy seguido. No todos los días –y menos últimamente- tenemos un salón lleno de gente que no van movidos por el morbo de la violencia en México, sino que iban genuinamente interesados en aprender más sobre este exitoso programa.


Aunque hay mucho que hacer aún para erradicar la pobreza en México, fue un orgullo ver cómo, por lo menos, tenemos un programa líder a nivel mundial que esta reduciendo exitosamente el número de pobres en el país con un montón de efectos positivos colaterales.

En mi opinión, el problema central para que este programa siga creciendo es, por una parte económico, pero mayormente político, no técnico. Si el programa sigue teniendo éxito, será una medalla para el partido en el poder que los partido de oposición no están dispuestos a colgarle. Y esta es la historia de la política en México: ningún partido pone el interés de la Patria, sobre el interés de la siguiente elección.

Por lo pronto esta fue una buena semana en Nueva York, en donde tuvimos esa rara oportunidad de enseñarle a otros países cómo se hacen las cosas.

pesquera@gmail.com