Meses después de la toma de protesta de Barack Obama, el famosísimo Air Force One, escoltado por un F-18, sobrevoló a baja altura y velocidad el sur de Manhattan para que se pudiera tomar una foto del avión presidencial con la Estatua de la Libertad como fondo. El recuerdo de los atentados del 11 de Septiembre volvió a las mentes de los neoyorquinos y de sus vecinos en New Jersey, quienes en pánico salieron de edificios de oficinas y residenciales, esperando lo peor. Unos días después despidieron a Louis Caldero, el burócrata de medio pelo que orquestó la costosísima foto, y el gobierno fue objeto de la ira pública y de la burla del programa semanal Saturday Night Live.
El comediante Seth Meyers sugirió a la Casa Blanca que usaran PhotoShop para la foto oficial del famoso avión y continuó la mofa mostrando al Air Force One en graciosos montajes fotográficos volando sobre las pirámides de Egipto, y en diferentes lugares, incluso, en una de ellas volando con el transbordador espacial al lado.
Aquí en México hay un escándalo tremendo por la revelación de que vuelos no tripulados de aviones del gobierno de Estados Unidos, realizan tareas de vigilancia e inteligencia en el territorio mexicano. “Han violado nuestra soberanía”, dicen enrollados en la bandera tanto legisladores de todos los partidos, como comentaristas del famosísimo circulo rojo.
Así como Seth Meyers le recordó a la Casa Blanca que había PhotoShop, yo les recuerdo que hay desde hace más de medio siglo unos artilugios que se llaman satélites artificiales que recorren órbitas predeterminadas por encima de la atmósfera terrestre. Gracias a ellos hay telecomunicaciones, Internet y Google Earth.
Los países con la tecnología militar más sofisticada, incluyendo a Estados Unidos, Israel, China, Reino Unido y Francia, por mencionar algunos, tienen satélites que pueden leer las placas de un coche y seguir movimientos en tiempo real de personas y vehículos. A nadie parece molestarle que éstos satélites puedan inmiscuirse en tareas de espionaje e inteligencia, ya no digamos sobre México, sino sobre cualquier parte del mundo. Es un hecho que está ahí y punto.
Aparte del agravio y ofensa que estos aviones invisibles han impuesto a la Nación, quiero hacerles algunos apuntes sobre soberanía, no constitucional, sino factual.
La única soberanía de la que podemos estar ciertos, es la que pintan esas líneas punteadas en los mapas que delimitan nuestras fronteras con otros países. Por lo demás, estamos a expensas de lo que pasa en un mundo interdependiente e interconectado.
Algunos ejemplos: padecemos una guerra en nuestro territorio por el deseo de Estados Unidos de consumir drogas y por la producción de la misma que hay en Colombia. La crisis financiera global iniciada en Estados Unidos afectó al empleo y a la producción en México. Las guerras y conflictos en Medio Oriente moldean el precio del petróleo afectando el flujo de caja de nuestro país. La eficiencia y competitividad de los países asiáticos acabará inexorablemente con millones de empleos de manufactura en México, Europa y Estados Unidos. El tipo de cambio de la moneda China es uno de los principales enemigos de los exportadores de México y el mundo entero. El desarrollo de las redes sociales y su efecto en la política internacional es un fenómeno que aún no acabamos de comprender, pero en lo que va del año ya hemos visto caer a varios gobiernos como resultado de la proliferación de estas herramientas de comunicación al alcance de todo el mundo. Sólo una fracción del sistema financiero mexicano está en manos de mexicanos y estamos viendo como cada vez con mayor frecuencia gente preparada en las mejores universidades se mueve a los lugares en los que encuentra las oportunidades laborales más redituables, lo que ha generado un éxodo de mexicanos altamente calificadas a esos destinos que premian sus habilidades y conocimientos.
A mí en lo personal no me afecta que aviones gringos sobrevuelen México buscando narcos, ni que los agentes de la DEA en el país traigan pistola, ni que trescientos satélites tomen fotos de mi casa desde el espacio. Yo lo que quiero es que mis legisladores -que le cuestan una fortuna al país- aprueben leyes que me den más oportunidades de negocios, no que las obstaculicen, que pasen leyes que generen más empleos, que permitan que el mercado laboral sea más flexible, que hagan que todo el mundo pague impuestos parejo, que mejoren la educación de nuestros niños y jóvenes, que me den seguridad física y jurídica y que hagan de México un país más competitivo. Eso, en mi opinión, es proteger la soberanía. Lo demás son cuentos y demagogia de gente torpe que ignora que la líneas sobre los mapas se están desvaneciendo día a día.
pesquera@gmail.com
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