jueves, 24 de marzo de 2011

No saldré a votar porque no están dadas las condiciones


En general, molesta que nos digan que las cosas no se pueden hacer, sobretodo cuando percibimos que la negativa no es resultado de un impedimento físico, legal o técnico, sino simplemente falta de voluntad, pereza o negligencia de la persona que está al otro lado del mostrador o del teléfono.


Los numerosos trámites que tenemos que hacer frente a las autoridades o frente a bancos, Telmex, la empresa del cable, la CFE y otras entidades, parece que están sistemáticamente diseñados para que la persona del mostrador no tenga facultad alguna para resolverlos. Ésa es la misma arquitectura de nuestro actual sistema político monopolizado por los partidos: aquí no se puede hacer nada y no hay nadie que responda ni nadie de arriba que nos pueda solucionar los problemas. Por lo menos cuando hablas a tu compañía celular te dicen que la llamada podría ser grabada por motivos de calidad en el servicio. Nuestros legisladores ni nos ven, ni nos oyen y les vale madre la calidad del servicio que nos dan.


Invito a mis lectores más jóvenes a que busquen en YouTube algún sketch del programa “¿Qué Nos Pasa?” de Héctor Suárez de hace de 25 años, y que busquen al personaje “Tá Difícil”. Descubrirán una joya del humor mexicano y se darán cuenta qué poco ha cambiado el país en cinco lustros.


El domingo pasado Román Revueltas publicó en Milenio una nota titulada “El problema es que la propone Manlio” que hablaba de cómo la propuesta de reforma fiscal de Manlio ha sido boicoteada, sólo porque él la propone. No hay interés en analizarla a fondo, simplemente como la propuso Manlio, hay que desecharla. Y no es que yo esté de acuerdo ni en lo general ni el lo particular con la manera en la que el Senador Beltrones se conduce. El objeto de mi reflexión es hacer notar que si la propuesta la hubiese hecho cualquier otro legislador de talla, de cualquier otro partido, también se hubiera topado con pared. Aquí el nombre del juego de nuestros legisladores es “que no se apruebe nada si no lo propongo yo” y la explicación que siempre salen a dar para justificar su negligencia es “que no estaban dadas las condiciones”.


En otras columnas yo he hablado también sobre la parálisis política que hay en el país porque ningún partido votará a favor de alguna iniciativa relevante propuesta por sus opositores. Esto es especialmente evidente si la iniciativa es tan buena y traerá tantos beneficios a la Nación que quienes la bloquean no pueden ostentar el mérito. Dice Román “No tenemos remedio. La llamada “generación del no” exhibe su indefectible vocación política: oponerse a todo ofreciendo, a cambio, la muy dudosa facultad de no hacer nada. El propósito es que nadie pueda, en este país, colgarse la medalla de haber alcanzado un logro si a dicho provecho no se le puede asignar la propia autoría”.


Y ahora estamos a la vuelta de la esquina de llegar de nueva cuenta a la elección presidencial. La elección en el Estado de México marca el banderazo de salida para las elecciones generales del 2012, y también marca el banderazo para que de nueva cuenta, los políticos se ocupen y preocupen de nosotros, los ciudadanos. Y no es que se preocupen particularmente por nuestras necesidades, sino que se ocuparán especialmente en conseguir nuestro voto.


Me gustaría ver un escenario en el que la Ley Electoral se cambiara para que las elecciones a Presidente de la República y a gobernadores no tuvieran validez si no vota al menos la mitad más uno del total del padrón electoral por un solo candidato, y que se tuvieran que convocar a nuevos comicios hasta que el candidato ganador reuniera ése mínimo de votos. Ahí los ciudadanos tendríamos verdadero poder.


Imagínense a los candidatos que no llegaron al 51% del padrón, rogándonos para que salgamos a votar de nuevo para darles la mayoría. Yo no iría a votar y escribiría en mi blog, en mi muro de Facebook y en Twitter: “hoy no saldré a votar, porque no están dadas las condiciones”. Claro que esto es un sueño. La verdad es que la “generación de no” hace lo que quiere (esto es, no hace nada) y para los partidos y los legisladores no somos nada ni nadie hasta que no se avecina la temporada de elecciones. ¿Cuándo mandaremos los ciudadanos en éste país? Tá difícil.


pesquera@gmail.com

viernes, 18 de marzo de 2011

Soberanía en el papel


Meses después de la toma de protesta de Barack Obama, el famosísimo Air Force One, escoltado por un F-18, sobrevoló a baja altura y velocidad el sur de Manhattan para que se pudiera tomar una foto del avión presidencial con la Estatua de la Libertad como fondo. El recuerdo de los atentados del 11 de Septiembre volvió a las mentes de los neoyorquinos y de sus vecinos en New Jersey, quienes en pánico salieron de edificios de oficinas y residenciales, esperando lo peor. Unos días después despidieron a Louis Caldero, el burócrata de medio pelo que orquestó la costosísima foto, y el gobierno fue objeto de la ira pública y de la burla del programa semanal Saturday Night Live.


El comediante Seth Meyers sugirió a la Casa Blanca que usaran PhotoShop para la foto oficial del famoso avión y continuó la mofa mostrando al Air Force One en graciosos montajes fotográficos volando sobre las pirámides de Egipto, y en diferentes lugares, incluso, en una de ellas volando con el transbordador espacial al lado.


Aquí en México hay un escándalo tremendo por la revelación de que vuelos no tripulados de aviones del gobierno de Estados Unidos, realizan tareas de vigilancia e inteligencia en el territorio mexicano. “Han violado nuestra soberanía”, dicen enrollados en la bandera tanto legisladores de todos los partidos, como comentaristas del famosísimo circulo rojo.


Así como Seth Meyers le recordó a la Casa Blanca que había PhotoShop, yo les recuerdo que hay desde hace más de medio siglo unos artilugios que se llaman satélites artificiales que recorren órbitas predeterminadas por encima de la atmósfera terrestre. Gracias a ellos hay telecomunicaciones, Internet y Google Earth.


Los países con la tecnología militar más sofisticada, incluyendo a Estados Unidos, Israel, China, Reino Unido y Francia, por mencionar algunos, tienen satélites que pueden leer las placas de un coche y seguir movimientos en tiempo real de personas y vehículos. A nadie parece molestarle que éstos satélites puedan inmiscuirse en tareas de espionaje e inteligencia, ya no digamos sobre México, sino sobre cualquier parte del mundo. Es un hecho que está ahí y punto.


Aparte del agravio y ofensa que estos aviones invisibles han impuesto a la Nación, quiero hacerles algunos apuntes sobre soberanía, no constitucional, sino factual.


La única soberanía de la que podemos estar ciertos, es la que pintan esas líneas punteadas en los mapas que delimitan nuestras fronteras con otros países. Por lo demás, estamos a expensas de lo que pasa en un mundo interdependiente e interconectado.


Algunos ejemplos: padecemos una guerra en nuestro territorio por el deseo de Estados Unidos de consumir drogas y por la producción de la misma que hay en Colombia. La crisis financiera global iniciada en Estados Unidos afectó al empleo y a la producción en México. Las guerras y conflictos en Medio Oriente moldean el precio del petróleo afectando el flujo de caja de nuestro país. La eficiencia y competitividad de los países asiáticos acabará inexorablemente con millones de empleos de manufactura en México, Europa y Estados Unidos. El tipo de cambio de la moneda China es uno de los principales enemigos de los exportadores de México y el mundo entero. El desarrollo de las redes sociales y su efecto en la política internacional es un fenómeno que aún no acabamos de comprender, pero en lo que va del año ya hemos visto caer a varios gobiernos como resultado de la proliferación de estas herramientas de comunicación al alcance de todo el mundo. Sólo una fracción del sistema financiero mexicano está en manos de mexicanos y estamos viendo como cada vez con mayor frecuencia gente preparada en las mejores universidades se mueve a los lugares en los que encuentra las oportunidades laborales más redituables, lo que ha generado un éxodo de mexicanos altamente calificadas a esos destinos que premian sus habilidades y conocimientos.


A mí en lo personal no me afecta que aviones gringos sobrevuelen México buscando narcos, ni que los agentes de la DEA en el país traigan pistola, ni que trescientos satélites tomen fotos de mi casa desde el espacio. Yo lo que quiero es que mis legisladores -que le cuestan una fortuna al país- aprueben leyes que me den más oportunidades de negocios, no que las obstaculicen, que pasen leyes que generen más empleos, que permitan que el mercado laboral sea más flexible, que hagan que todo el mundo pague impuestos parejo, que mejoren la educación de nuestros niños y jóvenes, que me den seguridad física y jurídica y que hagan de México un país más competitivo. Eso, en mi opinión, es proteger la soberanía. Lo demás son cuentos y demagogia de gente torpe que ignora que la líneas sobre los mapas se están desvaneciendo día a día.


pesquera@gmail.com

jueves, 10 de marzo de 2011

El Presidente propone, el partido dispone

Algunos dicen que los medios sacaron de contexto lo que dijo el Presidente Calderón respecto a la posibilidad de que el PAN acepte candidatos ciudadanos para las próximas elecciones de 2011 y 2012. Pronto salió la gente del partido a decir –o corregir- que lo que Calderón quiso decir es que para las diputaciones, alcaldías y otros puestos (aparentemente de menor monta que la candidatura a la Presidencia de La República) el partido debería aceptar a los mejores candidatos, aunque no fueran del PAN. El tono de las aclaraciones fue subiendo hasta que finalmente el PAN ya dijo categóricamente que no quiere y no necesita candidatos ciudadanos, que tienen harta gente de primera y que con ellos tienen para todos.

Por su parte el PRI no sólo no ha abierto el debate a los candidatos ciudadanos, sino que quiere poner más candados para que única y exclusivamente las personas afiliadas a los partidos puedan acceder a puestos de elección popular. Del PRD hay poco que decir. Vamos, ellos no se pueden poner de acuerdo ni siquiera para que miembros de su propio partido vayan con apoyo unánime a las diversas elecciones de los siguientes meses.

Yo he apuntado en otras ocasiones que -como decía Ortega y Gasset refiriéndose a España- la política mexicana es notable por la ausencia de los mejores. Y entre muchos otros, hay dos factores que se suman para la actual decadencia política que reina en nuestro país. Primero, “los mejores” no quieren arremangarse la camisa y meterse al cochinero de la política, y prefieren dejar esos espacios libres a muchos mediocres y vividores de la grilla. La segunda, que refuerza a la primera – o si acaso es un disuasivo para que “los mejores” no se involucren en la política- es que los partidos no quieren a los mejores. Los partidos son auténticas cofradías que poseen las llaves maestras para todo lo que pasa o deja de pasar en México. Sea nombramientos de funcionarios y candidatos a legisladores y a todos los puestos de elección, así como la aprobación o no de reformas vitales para el país, los partidos son los dueños de la pelota y de la cancha. ¿Por qué deberíamos de pensar que un buen día, de la nada y de buena voluntad, los partidos se abrirán a la posibilidad de candidatos independientes? La mera idea es ridícula e ingenua.

El movimiento para que se dé éste logro -que puede parecer pequeño, pero que abonaría de manera indiscutible a la consolidación de la democracia mexicana- tiene que salir de los ciudadanos. Si la academia, empresarios, intelectuales y organizaciones de la sociedad civil no ponemos este tema sobre la mesa y empujamos para que suceda pronto, se irá quedando en el cajón de los buenos deseos de los políticos mexicanos, como ha sido el caso de la reforma energética, laboral, de telecomunicaciones y otras decenas más, que no se han aprobado en el Congreso porque no “se han dado las condiciones” para aprobarlas. “Las condiciones” para ellos son cálculos definidos en términos electorales y en posiciones políticas que les benefician o perjudican a ellos, solamente a ellos, no a la Nación.

Por lo pronto da risa y tristeza ver como la frase de la toma de posesión de Vicente Fox que decía “el Presidente propone y el Congreso dispone” ha degenerado en un lamentable “el Presidente propone, y el partido dispone”. Creo que queda muy claro quiénes mandan en este país.

pesquera@gmail.com