En general, molesta que nos digan que las cosas no se pueden hacer, sobretodo cuando percibimos que la negativa no es resultado de un impedimento físico, legal o técnico, sino simplemente falta de voluntad, pereza o negligencia de la persona que está al otro lado del mostrador o del teléfono.
Los numerosos trámites que tenemos que hacer frente a las autoridades o frente a bancos, Telmex, la empresa del cable, la CFE y otras entidades, parece que están sistemáticamente diseñados para que la persona del mostrador no tenga facultad alguna para resolverlos. Ésa es la misma arquitectura de nuestro actual sistema político monopolizado por los partidos: aquí no se puede hacer nada y no hay nadie que responda ni nadie de arriba que nos pueda solucionar los problemas. Por lo menos cuando hablas a tu compañía celular te dicen que la llamada podría ser grabada por motivos de calidad en el servicio. Nuestros legisladores ni nos ven, ni nos oyen y les vale madre la calidad del servicio que nos dan.
Invito a mis lectores más jóvenes a que busquen en YouTube algún sketch del programa “¿Qué Nos Pasa?” de Héctor Suárez de hace de 25 años, y que busquen al personaje “Tá Difícil”. Descubrirán una joya del humor mexicano y se darán cuenta qué poco ha cambiado el país en cinco lustros.
El domingo pasado Román Revueltas publicó en Milenio una nota titulada “El problema es que la propone Manlio” que hablaba de cómo la propuesta de reforma fiscal de Manlio ha sido boicoteada, sólo porque él la propone. No hay interés en analizarla a fondo, simplemente como la propuso Manlio, hay que desecharla. Y no es que yo esté de acuerdo ni en lo general ni el lo particular con la manera en la que el Senador Beltrones se conduce. El objeto de mi reflexión es hacer notar que si la propuesta la hubiese hecho cualquier otro legislador de talla, de cualquier otro partido, también se hubiera topado con pared. Aquí el nombre del juego de nuestros legisladores es “que no se apruebe nada si no lo propongo yo” y la explicación que siempre salen a dar para justificar su negligencia es “que no estaban dadas las condiciones”.
En otras columnas yo he hablado también sobre la parálisis política que hay en el país porque ningún partido votará a favor de alguna iniciativa relevante propuesta por sus opositores. Esto es especialmente evidente si la iniciativa es tan buena y traerá tantos beneficios a la Nación que quienes la bloquean no pueden ostentar el mérito. Dice Román “No tenemos remedio. La llamada “generación del no” exhibe su indefectible vocación política: oponerse a todo ofreciendo, a cambio, la muy dudosa facultad de no hacer nada. El propósito es que nadie pueda, en este país, colgarse la medalla de haber alcanzado un logro si a dicho provecho no se le puede asignar la propia autoría”.
Y ahora estamos a la vuelta de la esquina de llegar de nueva cuenta a la elección presidencial. La elección en el Estado de México marca el banderazo de salida para las elecciones generales del 2012, y también marca el banderazo para que de nueva cuenta, los políticos se ocupen y preocupen de nosotros, los ciudadanos. Y no es que se preocupen particularmente por nuestras necesidades, sino que se ocuparán especialmente en conseguir nuestro voto.
Me gustaría ver un escenario en el que la Ley Electoral se cambiara para que las elecciones a Presidente de la República y a gobernadores no tuvieran validez si no vota al menos la mitad más uno del total del padrón electoral por un solo candidato, y que se tuvieran que convocar a nuevos comicios hasta que el candidato ganador reuniera ése mínimo de votos. Ahí los ciudadanos tendríamos verdadero poder.
Imagínense a los candidatos que no llegaron al 51% del padrón, rogándonos para que salgamos a votar de nuevo para darles la mayoría. Yo no iría a votar y escribiría en mi blog, en mi muro de Facebook y en Twitter: “hoy no saldré a votar, porque no están dadas las condiciones”. Claro que esto es un sueño. La verdad es que la “generación de no” hace lo que quiere (esto es, no hace nada) y para los partidos y los legisladores no somos nada ni nadie hasta que no se avecina la temporada de elecciones. ¿Cuándo mandaremos los ciudadanos en éste país? Tá difícil.
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