Con los millones de practicantes y aficionados que hay en México, extraña que aquí el deporte siga estancado o, peor aún, dando pasos firmes hacia atrás. Permítanme explicarme. El fútbol amateur, ése que se practica en escuelas, en las calles, en torneos de los barrios, y en todo entorno en el que no haya un peso de por medio, sigue floreciendo, incluso, el fútbol femenino es uno de los deportes de mayor crecimiento en escuelas y universidades en todo el país.
Pero cuando hablamos de fútbol profesional, el espíritu deportivo comienza a olvidarse y se abre la puerta al negocio, al lucro, al “bisne”, y es ahí donde vamos como los cangrejos. En México la “industria del fútbol” es manejada por los dueños de los equipos, de las televisoras y por un puñado de patrocinadores de peso pesado, que en su conjunto dirigen a una empresa (eso es lo que es) que se llama Federación Mexicana de Fútbol. Incluso, el Estado Mexicano no tiene poder sobre la Selección Mexicana, pues subrogó o concesionó el derecho de operarla a la FMF.
La “Federación” está formada por un grupo de gente que cuando están todos reunidos, perfectamente cabrían en una sala de juntas mediana y la misión es ganar dinero –mucho dinero- a como dé lugar. Ahí se deciden los destinos del deporte nacional (ofrezco de antemano una disculpa a los charros, pero por abrumadora mayoría, el fut es el deporte nacional). Un simple ejemplo del hambre que tienen por los billetes, es que la Selección Mexicana juegue más en Estados Unidos, en donde cobran en dólares la taquilla, que en México en donde sólo el Azteca les resulta jugoso.
Voy a dejar de lado la larga historia de fracasos deportivos que nos ha traído la FMF en su historia de gestión del equipo nacional y de clubes. Si acaso, aquella selección sub-no-sé-qué, que le ganó a Brasil la final del mundial de ésa categoría menor en Perú en 2006, ha sido una de las pocas glorias del fútbol Mexicano. También algún trofeo de algún club en algún torneo bananero. Lo demás ha sido “ya merito” o lo de siempre. Entonces, dejando la parte deportiva de lado, que evidentemente es la que menos importa a la FMF, quiero analizar la parte del negocio, que es la que sí entiendo y que voy a cuestionar.
Los dueños de los clubes de Primera División en México tratan al aficionado como una mercancía, como un objeto. Incluso, los clubes perdedores reciben patrocinios y gente en sus partidos que les deberían permitir por lo menos tener estadios decentes. El problema es que si ponen butacas en todo el estadio, como en el nuevo estadio de las Chivas (bravo Vergara), se reduce el número de personas que pueden amontonar en una tribuna y tendrían que cobrar más caros los boletos y ”la pobre gente no podría entrar a ver los partido en vivo”. Pamplinas.
Si el aficionado es el cliente, ¿por qué tratarlo como basura? Yo he tenido la oportunidad de estar en juegos de la Liga Española, de la Liga Inglesa y hasta de la liga gringa, la MLS, y después de pasar por un estricto control de seguridad, un edecán me lleva a mi asiento numerado o en su defecto, puedo llegar solo a mi asiento y por lo menos sé que no tendré que pelear con alguien por mi lugar. De los baños ni qué decir. Aquí no se invierte en baños buenos por que los dueños de los clubes asumen que somos unos animales que no sabemos usar un mingitorio adecuadamente (y que creen que no van mujeres a los estadios) y además piensan que el día que el equipo dé un disgusto a la afición, seguro lo destruirán. Entiendo que los clubes europeos valgan más que los mexicanos, pero ¿valen más los aficionados europeos que los mexicanos? Estos señores no entienden un principio fundamental de todo negocio: trata bien a tu cliente y te dará a ganar más y te traerá más clientes.
Pero fuera del disgusto que me provocan los dueños de los clubes por su manera de tratarnos, hay un área en la que no sólo podría culparlos de negligencia, sino de dolo. El no instalar equipos de seguridad adecuados, esto es, video vigilancia, accesos y salidas amplias, arcos detectores de metales, detectores de metales manuales, estudios de vulnerabilidades y riesgos, y lo que le llaman en inglés “crowd control analysis”, además de personal suficiente y capacitado para manejar multitudes, hace a los dueños de los equipos de Primera División en México a los empresarios que peor tratan a sus clientes y que además ponen en riesgo sus vidas. Otras ramas del sector espectáculos en México se manejan con mucha más pulcritud, diligencia y profesionalismo que el Fútbol de Primera División. Imagínense que cada que entraran a Cinépolis o a un concierto en el Auditorio Nacional peligraran sus vidas. Y bueno, de la 1ª y de Segunda división ya ni hablamos…
Los recientes eventos violentos en los estadios de León, Irapuato, Morelia y la invasión a la cancha del estadio de las Chivas por un par de sujetos, confirma lo que aquí escribo: los empresarios del futbol mexicano están muy ocupados contando billetes, pero ninguno está pensando en tu confort y menos en tu seguridad cuando vas a un estadio. Hasta que no caiga el primer muertito como en Inglaterra, Alemania o Sudamérica veremos a clubes y autoridades reglamentando lo que ya pinta para ser una tragedia en muy poco tiempo. Dejar de vender alcohol en los estadios de México como en Europa, reduciría también la posibilidad de esta catástrofe en formación. Habrá que ver la cara de los de la Corona y Cervecería cuando estén leyendo este escrito. Así como exigimos resultados a las directivas de los equipos, exijamos seguridad e instalaciones de clubes de primera, nosotros somos los clientes. Mientras tanto les digo a todos los buenos aficionados que cada quince días abarrotan los estadios: la mega ruleta rusa ya está girando.
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