jueves, 18 de febrero de 2010

Envidia de la Mala


Pues Canadá está de manteles largos celebrando que por tercera ocasión en su historia son anfitriones de los Juegos Olímpicos de Invierno. Tocó en esta ocasión a Vancouver el honor de recibir a cientos de atletas de las más variadas disciplinas invernales, y con ello a miles de turistas y millones de seguidores por televisión. Ni modo amigos Canadienses, en esta ocasión no recibirán tantas divisas de México como hubieran esperado. De no habernos impuesto esa engorrosa visa para visitar su hermoso y gélido país, ahí estaría la porra Mexicana congelándose, pero dejando sus dolaritos.


Pero el asunto del que quiero hablar hoy no es sobre la Olimpiada sino sobre temas menos publicitados, pero igualmente interesantes. En Diciembre pasado el Primer Ministro Stephen Harper se encontraba en medio de una tormenta política por supuestos maltratos de tropas Canadienses a prisioneros Afganos. Esto, además de los efectos de la crisis económica global en Canadá, creciente desempleo y malestar de la ciudadanía por el manejo de la política nacional tenían al Primer Ministro en el ojo del huracán.


Pues el 30 de Diciembre el Primer Ministro Harper utilizó todos los recursos legales que le permiten las leyes Canadienses y cerró el Parlamento para reabrirlo, en un principio, el 25 de Enero. Este tiempo, según las personas con las que consulté, daría la oportunidad al partido Conservador de reorganizarse y reagruparse para presentarse con nuevas propuestas de mejoras a la población a principios de este año. Pero las cosas no les salieron como esperaban. Antes del vencimiento del plazo marcado el 25 de Enero, Harper anunció que el Parlamente permanecería cerrado hasta que concluyeran las Olimpiadas, así que continuará cerrado hasta el 3 de Marzo.


Se me vienen dos ideas a la mente. Primero, qué comodino el tal Harper: cuando no le salen las cosas como quiere, a cerrar el Parlamento y tan tan. Pero por otro lado no puedo más que expresar un amargo sentimiento de envidia –de la mala, pues la buena no existe- ante el pueblo Canadiense que no tendrá que leer en la prensa, ni escuchar en la radio ni ver por la tele asunto alguno sobre sus legisladores y políticos.

Y después de enterarme de lo que pasó en Canadá, no me quedó más que imaginarme como en el anuncio: “ya me vi”. Dos meses sin diputados, ni senadores, ni políticos. Qué mejor regalo podríamos recibir los Mexicanos que dejar de presenciar las baratas tragicomedias de nuestros políticos. Imagínense no saber nada de Beltrones, ni de Creel, ni de los Chuchos, ni del Peje, ni de ningún político por dos meses. ¡Que cierren el Congreso y el Senado! Total, si en el peor de los casos no lo pudieran cerrar completamente solo le bastaría a cada partido conservar a seis diputados y senadores cada uno, y el país avanzaría al mismo ritmo que al que lo hace ahora con 500 y 128 respectivamente.


También que se vaya el Gober de vacaciones lo que le queda del sexenio, total, ya vimos que le gusta viajar y la verdad es que en el Estado no se nota mucho la diferencia de cuando está y cuando no, excepto porque el A.M. se vuelve aburrido en su ausencia.


No creo que unas vacaciones de estas –para nosotros sobretodo- pudieran ser trágicas para la Nación o el Estado. Tampoco creo que se generaría un vacío de poderes, pues tanto en lo federal, como en lo estatal, estamos en tierra de nadie, y si les queda duda, preguntémosle a cualquier juarense qué opina.


Total, se vale soñar. Lo cierto es que da coraje ver cómo unos se la pasan bien mientras otros estamos sufriendo. Les digo, envidio a los Canadienses.

pesquera@gmail.com

jueves, 11 de febrero de 2010

Techo de Cristal

Fareed Zakaria es un reconocido autor y analista político que durante el 2008 y 2009 tuvo un gran momento después de la publicación de su libro “The Post-American World” (El Mundo Post-Estados Unidos, si me permiten traducir al contexto adecuado). En su libro, Zakaria realiza un cuidadoso análisis en el que explica por qué el mundo se está moviendo hacia un futuro en el que Estados Unidos no tendrá la preponderancia económica e industrial que hasta ahora ha ocupado, aunque previsiblemente siga manteniendo la indiscutible supremacía militar que ahora ostenta.

Pero, Zakaria es cuidadoso. El libro no es sobre la caída de Estados Unidos, sino sobre “el ascenso de los demás”. En este contexto, el autor explica cómo posiciones de liderazgo que tradicionalmente eran ocupadas por Estados Unidos, ahora son ocupadas por otros “jugadores” de la escena internacional.

Por ejemplo, Zakaria comenta que el edificio más alto del mundo ahora está en Dubai, no en Chicago; la refinería más grande del mundo se está construyendo en la India, y no en Texas; Londres es ahora el centro financiero más importante del mundo dejando atrás a Nueva York, el casino más grande del planeta está en Macao, no en Las Vegas; la industria cinematográfica de la India “Bollywood” produce más películas y genera más ganancias en taquilla que las películas de Hollywood y el hombre más rico del mundo –si, adivinaste- está en México. Incluso nuestros vecinos han sido desbancados de su deporte favorito: las compras. De los diez centros comerciales más grandes del mundo, hoy sólo uno esta en Estados Unidos.

Ahora, vamos afinando un poco hacia sectores que nos interesan más. Según Zakaria, las multinacionales más importantes del mundo estarán en unos pocos años más en Brasil (con 4), México (4), Corea del Sur (4), Taiwán (3), India (3), China (2), y una para cada uno de Argentina, Chile, Malasia y Sudáfrica.

Aunque Zakaria no menciona cuáles son las empresas que incluyó en este grupo, no parece difícil hacer nuestra lista personal para México: Grupo Carso, Femsa, Cemex, Grupo Modelo y alguna otra que se me escapa.

Pero hasta ahora se ha hablado poco de las nuevas empresas mexicanas que no son necesariamente los híper-conglomerados industriales que menciono en el párrafo anterior, pero que a pesar de la tremenda crisis económica global, están creciendo pujantes en los mercados internacionales. Sin duda, y a pesar de las terribles condiciones bajo las que los empresarios mexicanos tienen que trabajar, hay muchas empresas mexicanas que están salvando el nombre de México en el exterior.

Hace algunos días tuve la oportunidad de reunirme con parte del equipo directivo de una de estas empresas, Genomma Lab. Su presidente, Rodrigo Herrera y su grupo de Vice-Presidentes integrado por Patrica Faci, Georgina Ortega, Alejandro Bastón, Iván Gamboa y Ramón Neme, es un grupo compacto de ejecutivos que han llevado en muy pocos años a esta joven empresa a ganar un lugar predominante en el mercado nacional y ahora incursionan exitosamente en Estados Unidos y Latinoamérica. Rodrigo, en particular, tuvo un sueño y una visión que hoy son una realidad. Ahora que han salido del país, sus oportunidades de crecimiento son inmensamente mayores a las que tenían operando únicamente en México

La reflexión con la que quiero terminar esta nota es muy sencilla: comparto la idea de Zakaria de una nueva reconfiguración internacional, sobretodo en términos de negocios y generación de riqueza. En México, a pesar de nuestros primitivos y anacrónicos sistemas fiscales, financieros, así como normas jurídicas y laborales, hay excelentes oportunidades de negocios y de subirnos a este exitoso tren de desarrollo. Pero todas –o casi todas- las empresas micro, chicas, medianas y grandes de nuestro país que han crecido geométricamente en los últimos años han tenido algún tipo de incursión el los mercados internacionales.

En nuestro país el sistema nos impone un techo de cristal, un tope de crecimiento al que todos los negocios llegan más temprano que tarde y que es imposible brincar. Genomma Lab, y un pequeño grupo de jóvenes empresas mexicanas, nos están marcando el paso. Ojalá que más empresarios se decidieran a salir de su zona de confort y comenzaran a marchar a ese ritmo y fuera de nuestras fronteras.

pesquera@gmail.com



jueves, 4 de febrero de 2010

Tercia de Comodines mata Póquer de Ases


El pasado martes 2 de febrero estuvieron en la Universidad de Columbia cuatro personajes de gran relevancia en la vida intelectual, política y económica de México: Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín, Jesús Reyes Heroles y Santiago Levi. Vinieron a presentar el más reciente libro de Castañeda y Aguilar, titulado “Un Futuro Para México”. La presentación se dio en un ambiente informal, con alrededor de 150 personas, en su mayoría estudiantes y profesores de Columbia y también con la presencia de algunos medios.


El libro, más que ser un estudio a profundidad de propuestas para mejorar al país, es un ensayo en el que pretenden someter a la opinión pública, empresarios, políticos, académicos y a la sociedad en general cuatro ideas que, en su opinión, podrían ser los pilares para que México saliera por fin del hoyo en el que se encuentra y que preferentemente deberían ser implementadas antes de las elecciones del 2012. Los autores fueron muy claros que éstas ideas son los pilares de su propuesta de cambio, pero que requieren estudio y trabajo más a fondo.


Sus propuestas son: 1. Asumir los cambios que la economía requiere para crecer. 2. Decidir el lugar que se quiere ocupar en el mundo 3. Universalizar los derechos y garantías sociales necesarios para construir una sociedad equitativa donde al menos 2/3 partes de la sociedad vivan en la clase media y 4. Hacer productiva a la democracia, mediante reformas institucionales que garanticen la seguridad de los ciudadanos y la fluidez de los cambios que requiere el país.


Brillantes los cuatro ponentes, y con los múltiples destellos de sagacidad y eventual humor de Castañeda, mantuvieron a la audiencia atenta por poco más de una hora, para dar paso a otra hora de preguntas y respuestas.


Mi conclusión, la misma de siempre: estamos llenos de buenas ideas, de gente capaz y de propuestas razonables y factibles, pero no podemos generar cambios en México. Yo lo he dicho una y mil veces y lo seguiré diciendo: los tres partidos grandes (en tamaño, no en patriotismo) de México tienen secuestrado al país, ellos tienen las llaves para abrir las puertas que generarían todos los cambios que necesitamos. Pero para ellos la única constante y coincidencia fundamental es mantener el monopolio del poder aún en perjuicio de la Nación.


Aguilar Camín apuesta al hartazgo de la sociedad, pero yo me voy a permitir disentir de su opinión: nosotros tenemos gran parte de la culpa y responsabilidad en este desacuerdo nacional, pues somos una sociedad mediocre y comodina, empezando por las élites. A nadie le gusta que se hagan olas y preferimos quejarnos, que es pura habladuría, a tomar los problemas en nuestras manos, que requiere acción.

El país no avanza por este acuerdo silencioso entre nuestra sociedad aletargada y los partidos políticos. Además, cambiar el status-quo no le conviene a la tercia de comodines (en toda la extensión de la palabra), pues perderían sus prerrogativas. Pensemos en esto: los partidos actualmente no le rinden cuentas a nadie, ellos se auto-regulan, ¿por qué empezar ahora a introducir ese pesado y odioso concepto llamado transparencia a la vida de los Mexicanos?


Por lo menos veo que algunos pocos intelectuales, empresarios, académicos y comunicadores están empezando a sentir que la sangre se les calienta un poco. Ya era hora.


Vuelvo a otro asunto que ya he abordado con anterioridad, ¿qué estamos haciendo nosotros para impulsar estos cambios que permitan que México sea un mejor lugar para nuestros hijos? Si más Mexicanos hiciéramos ese incómodo examen de conciencia, tal vez las cosas empezarían a moverse un poco.


Por lo pronto, la tercia de comodines mata sistemáticamente al brillante póquer de ases que vino a Columbia y a cualquier mano que se le ponga enfrente.

pesquera@gmail.com